Hola, familias.
Cumplimos un mes de escolarización y adaptación del alumnado
a su nueva realidad de aula y nos sentimos muy contentos por la facilidad con
la que se ha producido. El periodo de adaptación nunca es sencillo, pero todos
estos años de experiencia nos hace reconocer e identificar las necesidades de
vuestros/as hijos/as. Cada día cuando pasamos lista para realizar las
diferentes rutinas (próximamente os enviaremos un vídeo con un audio donde se
escucha cómo se desarrolla este momento) observamos el cariño y la
identificación que se produce entre el alumnado que ya conoce el nombre de las
demás personas con las que comparten el aula, deciden establecer juegos
compartidos y comienzan a relacionarse a partir de sus capacidades
comunicativas (no siempre verbal). Nosotros en el aula ya sabemos identificar
qué nos quieren comunicar, cómo expresan puntualmente su cansancio, cómo les
gusta comerse el almuerzo, cuándo necesitan nuestra ayuda, qué necesitan a
nivel afectivo para sentirse cómodos en el aula. En definitiva, ya los
conocemos muchísimo mejor en un contexto escolar donde se comportarán de manera
diferente a la que hacen en casa. Adquieren un comportamiento sobre la base de un
grupo social de doce niños y niñas, encantadores (con sus pequeñas rabietas, con
sus tremendas alegrías) que se relacionan afectivamente con base en unas normas
de convivencia que reconocen dentro de un espacio, dentro de las diferentes
dinámicas. Todo el tiempo que pasan en el centro es educativo y eso implica que
los aprendizajes en este periodo van más allá de lo material y tangible. Somos
conocedores y expertos en esta etapa educativa (e inclusive compagino este
trabajo formando a las futuras/os maestras/os en Educación Primaria y Educación
Infantil en la Universidad de Alicante) y cada vez estoy más convencido de que
a la infancia hay que intentar ofrecerle “lo mejor”.
Este término resulta ambiguo (por los múltiples significados
que puede tener cada persona): ¿qué es lo mejor?, ¿mejor en comparación con qué
o quién? En este caso es una máxima que habla del respeto a la infancia y que,
pese a su cortísima edad, no los menosprecia intelectualmente. Ellos y ellas tienen
su “voz”: no necesariamente una comunicación verbal. Y nosotros estamos para
darle “lo mejor que tenemos y consideramos para la infancia”: nuestra atención,
calma, afecto, conocimientos, diversión, cuidados y acogida. La educación en
esta etapa es singular, así como sus profesionales: nos encargamos de su
alimentación, sueño, higiene, custodia y educación. Como veis, son cinco pilares
cuya capacidad de innovación debe ser honesta: las actividades y los recursos
materiales no son el principal atractivo de un centro, sino sus personas (el
alumnado, el profesorado y las familias). Esto implica que la educación debe
ser un espacio humano y cálido, porque eso queremos que sean nuestros hijos e
hijas en el futuro: personas con capacidad de empatizar con los demás y de
forma saludable. La educación es salud. Esto es sencillo de explicar: la salud
no es la ausencia de enfermedades, sino un bienestar a nivel físico, social y
emocional. Justamente, aquello que pretendemos transmitir desde nuestra labor
educativa.
Después de esta perorata para deciros que vuestros/as hijos e hijas han tenido un periodo de adaptación estupendo ( y que cada uno de ellos y ellas son una maravilla), os dejamos algunas imágenes de un conjunto de cartas que estamos realizando a partir del libro-objeto Los colores hablan de Imma Pla. Este libro propone un juego de descubrimiento y onomatopeyas asociadas a diferentes animales y su diseño recuerda a los libros del italiano Bruno Munari (quien buscaba sorprender a la infancia desde la experiencia estética y artística desde los años 40).
Son libros que cada inicio de curso
empleamos en el periodo de adaptación y que se convierten en éxitos
instantáneos por su capacidad de asombrarles a través de un juego cognitivo
rudimentario (la sorpresa de qué esconderá el paso de página – como en el juego
de tras tras cucu tras - ) y con el que se divierten todos los días en el aula
(ahora, además anticipan y recuerdan qué animal se esconde tras cada color,
como en otros álbumes que empleamos de estructura repetitiva donde importa más
la sucesión de acciones que la trama de la historia). Esta semana han realizado
las tarjetas de los colores amarillo y rojo (donde queremos observar su
prensión grafomotriz) y cuando terminen con el resto de los colores os entregaremos
en una bolsita personalizada. En definitiva, esta semana no se llevan ninguna
manualidad a casa (esas que dentro de cinco años tiraréis al contenedor después
de acumular todos los trabajos de la etapa de Educación Infantil y comiencen la
Primaria -no es una crítica, ojo, simplemente es ley de vida “educativa” y desgraciadamente
no vivimos en mansiones-). Dentro de poco lo que se llevarán todas las semanas
será un libro de préstamo de la biblioteca de nuestro centro para aproximaros a
los títulos, autores/as y obras que más les gustan en estas edades (y que se
han seleccionado por criterios lingüísticos, literarios y artísticos).
Os deseamos un buen fin de semana y nos vemos la próxima
semana.
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